Los espacios destinados a la docencia, a pesar de que han experimentado numerosas transformaciones en el tiempo, no han recibido, tradicionalmente, la atención necesaria ni en forma ni en función de lo que se merecen. Son espacios de trabajo que tienen como destino la formación y que requieren no sólo una especial atención en cuanto a su actualización tecnológica, sino también en su capacidad de crear una atmósfera adecuada donde se propicie el aprendizaje y la interrelación.

Analizamos el proyecto que el estudio de Vicente Navarro realizó para International House. En cuanto a la distribución, dos espacios separados en altura, donde el acceso, la atención al público, los despachos de administración y dos zonas de socialización de los estudiantes, configuran la planta baja, reservando y destinando un área más privada e independiente a la primera planta, en la que se han ubicado las aulas y el despacho de dirección.

Nada más entrar, nos encontramos con un espacio nítido, donde predomina el blanco, equilibrado con la madera clara de un biombo separador y algunas piezas y detalles del mobiliario, así como con los tonos cálidos de uno de los murales del artista ilustrador Valero Doval, que nos recuerdan que aprender, más allá de la necesidad, es una experiencia y un desafío.

En el pavimento, la superficie pulida de piedra caliza de San Vicente, y en el techo, unas lamas transversales ocultan las instalaciones, rompen la continuidad de su superficie y contribuyen a evitar la reverberación del sonido.

A la izquierda de la planta está la escalera que nos da acceso a la primera planta. Una vez subimos, un corredor de distribución alrededor del hueco de la misma, donde Valero Doval nos sigue recordando las bondades del conocimiento, nos va dando acceso a las diferentes aulas. Éstas están distribuidas y separadas por unas mamparas de acero y cristal transparente, que las aíslan acústicamente, pero evitan la habitual compartimentación opaca del espacio, eliminando la sensación de aislamiento y monotonía en unas clases donde el mobiliario está pensado y dispuesto para el trabajo cercano y en equipo.

Un proyecto creado con la simplicidad libre de distracciones superfluas, donde se mide con criterio el ornamento, uniendo forma y función en un elemento equilibrado que, más allá de tendencias, transforma el espacio. Una manera de entender el interiorismo según la cual la sutileza es el lenguaje que ha consolidado un estilo que, a pesar del empeño de muchos, no necesita etiquetas.

Texto: Fernando Ortuño

Fotografías: Héctor Rubio